23.2.09

Patxi

En mi paso por campañas electorales en las que no tengo derecho a votar, por que no soy de allí, siempre conservo un regusto de implicación que se hace muy especial, y me hace sentirlo como que fuese mío, y como que mi voto también constase.
He de decir que ese regusto del que hablo ya estaba presente antes de aparecer por Euskadi durante este pasado fin de semana. Estas elecciones son algo especial por muchos motivos, y después de volver, sigo pendiente de todo lo que allí pasará durante esta última semana de campaña.
Las campañas electorales se pueden resumir (simplificando mucho) en tres ideas principales: candidato, imagen y mensaje.
El mensaje es claro: CAMBIO. Ese mismo mensaje que ha protagonizado sonadas campañas dentro y fuera de nuestro país. Pero esta vez, lejos de parecer un eslogan manoseado, es comprendido por toda la sociedad vasca. Quien quiere el cambio, conoce su opción, y este cambio se hace necesario para una porción importante de la población.
Euskadi no puede seguir encasillada en un parapeto de diferencia obligada y mirándose al ombligo continuamente. Se ha de abrir, ya no al resto de España, sino al mundo.
La imagen es joven y dinámica. Las Juventudes Socialistas se han encargado en parte de este papel, y el candidato acompaña, por supuesto. La imagen de partido vasco abierto ha sobrepasado a muchos de sus rivales políticos. Una nueva generación de socialistas vascos vienen sacándose antiguos complejos de su ideario, con una manera de ver su país que no se diferencia mucho de otras opciones políticas. Y es curioso, porque a pesar de que quizá todos los vascos se parecen más, sus diferencias políticas son más acusadas. Esto quizá este provocado por la política del enfrentamiento que se ha llevado a cabo hasta ahora. Es por eso que el mensaje del cambio está calando.
Y el candidato es idóneo. Ayer cuando abandonaba Vitoria oí en la radio un análisis electoral, y se hacían una pregunta. “¿Está preparado Euskadi para tener un Lehendakari que se apellide López?”. No sólo está preparado, sino que lo necesita. Entraría dentro de la normalidad, y tan lejos de ser algo excepcional, consolidaría una pluralidad en el pueblo vasco, que quizá sea lo que temen algunos sectores de esa sociedad. Una pena que sea así.
Este fin de semana he visto en Patxi un tío de hoy, un chico de la margen izquierda de la Ría, un hijo de obrero, un socialista de los de siempre. Como diría alguien muy cercano a mi, “uno de los de casa”.
Sus discursos destilan sentimiento socialista por los cuatro costados. Un discurso clásico pero a la vez moderno, sin estar anclado en los estereotipos de antes. Sus palabras marcan euforia cuando lo tienen que hacer, reflexión cuando es necesario, y una emoción que a cualquier socialista le pone los pelos de punta.


No hay comentarios: