25.2.09

Eibar, 33 años después

Son todos esos años los que han pasado desde que Eibar fue testigo del primer mitin legal del PSOE en toda España. La democracia era sólo un embrión en ese momento, pero que la gente que tan solo un año antes caminaban por el país en la clandestinidad, se dirigían al pueblo en un mensaje de esperanza y de euforia contenida. Algo cambiaba en España en ese momento, y qué mejor sitio que la cuna del socialismo, la zona mas industrial del País Vasco, para comenzar una historia que nada ni nadie ha podido parar. El Partido Socialista Obrero Español tenía en ese momento 96 años, era maduro, y había pasado por todos los estados vitales que un partido pudiese pasar. Tras 40 años de una dictadura donde había estado perseguido, aquel mitin significó el enaltecimiento de unas ideas que cambiarían España durante esos años.
Socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Ramón Rubial entre muchos otros, participaron en ese momento histórico.
En aquella ocasión el anhelo era un cambio, un cambio de política, de mentalidad, de país. Un cambio que permitiese a cualquier español vivir en libertad, que la igualdad de oportunidades fuese el camino para construir una sociedad próspera donde cupiesen todos. Sin haber oído aquellos discursos estoy seguro de que la emoción se sobrepuso a todos los miedos que pudiesen existir en ese momento.
Todavía nadie estaba a salvo. La democracia todavía no había nacido como tal y la convivencia era frágil. Pero lo que aquella tarde oirían los muros de aquel frontón de Eibar sembrarían de ideas y de fuerza a millones de socialistas en este país.
Hoy, 33 años después, Felipe González vuelve a ese frontón. Esta vez junto a quien entonces era un chico que acababa de afiliarse a las Juventudes Socialistas. Estoy seguro que, igual que nos ha sucedido a otros, lo que allí escuchó le forjó una personalidad dentro de esta gran familia que es el socialismo español.
Estoy seguro que el discurso de ayer de Patxi no fue tan diferente al de Guerra o González hace 33 años. Estoy seguro de que la emoción de aquel chico le llevó a la cama aquella noche pensando en ser socialista.
Creo que esa es la grandeza de este partido y de quienes lo sentimos como algo común a muchos miles de personas más. Es una familia que se nutre de la experiencia de otros, de los mayores, tan válidos para nosotros que nunca deberían dejarnos.
Pero las palabras de Pablo Iglesias, de Indalecio Prieto, de Tomas Meabe, de Julian Besteiro, de Nicolas Redondo, de Felipe González, de Ramón Rubial, de Alfonso Guerra y de muchos otros que pasaron o están pasando por el PSOE, no caerán nunca en saco roto, porque la emoción de sus discursos no llegan al cerebro, llegan al corazón.
El mitin de ayer tiene una esencia muy parecida a la del mitin de hace 33 años. La idea de un cambio que haga la convivencia más fácil para todos. Si en aquella ocasión parecía necesaria la llegada del PSOE al gobierno para consolidar las libertades y la normalidad, esta vez se hace necesaria la llegada de Patxi López al gobierno vasco precisamente para eso, para consolidar las libertades y provocar la normalidad democrática de una ya cansada y castigada sociedad vasca.
Desde aquí mi mas emocionado homenaje a esos socialistas de siempre, esos de los que tanto aprendemos.

23.2.09

Patxi

En mi paso por campañas electorales en las que no tengo derecho a votar, por que no soy de allí, siempre conservo un regusto de implicación que se hace muy especial, y me hace sentirlo como que fuese mío, y como que mi voto también constase.
He de decir que ese regusto del que hablo ya estaba presente antes de aparecer por Euskadi durante este pasado fin de semana. Estas elecciones son algo especial por muchos motivos, y después de volver, sigo pendiente de todo lo que allí pasará durante esta última semana de campaña.
Las campañas electorales se pueden resumir (simplificando mucho) en tres ideas principales: candidato, imagen y mensaje.
El mensaje es claro: CAMBIO. Ese mismo mensaje que ha protagonizado sonadas campañas dentro y fuera de nuestro país. Pero esta vez, lejos de parecer un eslogan manoseado, es comprendido por toda la sociedad vasca. Quien quiere el cambio, conoce su opción, y este cambio se hace necesario para una porción importante de la población.
Euskadi no puede seguir encasillada en un parapeto de diferencia obligada y mirándose al ombligo continuamente. Se ha de abrir, ya no al resto de España, sino al mundo.
La imagen es joven y dinámica. Las Juventudes Socialistas se han encargado en parte de este papel, y el candidato acompaña, por supuesto. La imagen de partido vasco abierto ha sobrepasado a muchos de sus rivales políticos. Una nueva generación de socialistas vascos vienen sacándose antiguos complejos de su ideario, con una manera de ver su país que no se diferencia mucho de otras opciones políticas. Y es curioso, porque a pesar de que quizá todos los vascos se parecen más, sus diferencias políticas son más acusadas. Esto quizá este provocado por la política del enfrentamiento que se ha llevado a cabo hasta ahora. Es por eso que el mensaje del cambio está calando.
Y el candidato es idóneo. Ayer cuando abandonaba Vitoria oí en la radio un análisis electoral, y se hacían una pregunta. “¿Está preparado Euskadi para tener un Lehendakari que se apellide López?”. No sólo está preparado, sino que lo necesita. Entraría dentro de la normalidad, y tan lejos de ser algo excepcional, consolidaría una pluralidad en el pueblo vasco, que quizá sea lo que temen algunos sectores de esa sociedad. Una pena que sea así.
Este fin de semana he visto en Patxi un tío de hoy, un chico de la margen izquierda de la Ría, un hijo de obrero, un socialista de los de siempre. Como diría alguien muy cercano a mi, “uno de los de casa”.
Sus discursos destilan sentimiento socialista por los cuatro costados. Un discurso clásico pero a la vez moderno, sin estar anclado en los estereotipos de antes. Sus palabras marcan euforia cuando lo tienen que hacer, reflexión cuando es necesario, y una emoción que a cualquier socialista le pone los pelos de punta.