
Socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Ramón Rubial entre muchos otros, participaron en ese momento histórico.

En aquella ocasión el anhelo era un cambio, un cambio de política, de mentalidad, de país. Un cambio que permitiese a cualquier español vivir en libertad, que la igualdad de oportunidades fuese el camino para construir una sociedad próspera donde cupiesen todos. Sin haber oído aquellos discursos estoy seguro de que la emoción se sobrepuso a todos los miedos que pudiesen existir en ese momento.
Todavía nadie estaba a salvo. La democracia todavía no había nacido como tal y la convivencia era frágil. Pero lo que aquella tarde oirían los muros de aquel frontón de Eibar sembrarían de ideas y de fuerza a millones de socialistas en este país.
Hoy, 33 años después, Felipe González vuelve a ese frontón. Esta vez junto a quien entonces era un chico que acababa de afiliarse a las Juventudes Socialistas. Estoy seguro que, igual que nos ha sucedido a otros, lo que allí escuchó le forjó una personalidad dentro de esta gran familia que es el socialismo español.
Estoy seguro que el discurso de ayer de Patxi no fue tan diferente al de Guerra o González hace 33 años. Esto

Creo que esa es la grandeza de este partido y de quienes lo sentimos como algo común a muchos miles de personas más. Es una familia que se nutre de la experiencia de otros, de los mayores, tan válidos para nosotros que nunca deberían dejarnos.
Pero las palabras de Pablo Iglesias, de Indalecio Prieto, de Tomas Meabe, de Julian Besteiro, de Nicolas Redondo, de Felipe González, de Ramón Rubial, de Alfonso Guerra y de muchos otros que pasaron o están pasando por el PSOE, no caerán nunca en saco roto, porque la emoción de sus discursos no llegan al cerebro, llegan al corazón.
El mitin de ayer tiene una esencia muy parecida a la del mitin de hace 33 años. La idea de un cambio que haga la convivencia más fácil para todos. Si en aquella ocasión parecía necesaria la llegada del PSOE al gobierno para consolidar las libertades y la normalidad, esta vez se hace necesaria la llegada de Patxi López al gobierno vasco precisamente para eso, para consolidar las libertades y provocar la normalidad democrática de una ya cansada y castigada sociedad vasca.
Desde aquí mi mas emocionado homenaje a esos socialistas de siempre, esos de los que tanto aprendemos.
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